Estambul – una ciudad llena de energía y contrastes. Una ciudad que vive de historia y leyendas. Una ciudad que sin duda conquistará tu corazón y te deajrá enamorada. Una ciudad que llevaba mucho tiempo en mi lista de espera. Pero siempre había algo que no me dejaba visitarla, o pocos recursos o simplemente “no era la hora”. Por lo visto el destino era vernos por la primera vez y espero no era la última, en diciembre del año pasado. Un viaje enesperado ¿qué puede ser mejor? Un día volviendo del trabajo estaba lleyendo uno de mis blogs favoritos donde encontré un artículo con los tips para vajar y ahorrar. La mayoría eran más que conocidos, pero un punto llamo mi atención. Yo, tu o cualquier otra persona que viaja a menudo sabe que comprando los billetes con mucha antelación puedes llevar un buen trozo de pastel. Pero el autor del artículo insistía que ni más ni menos 8 semanas hasta la fecha de viaje. Quedaban justo 8 semanas hasta el puente de diciembre y la primera ciudad que se me ocurrido fue Estambul. ¿Por qué no? dije yo. No sé si fue la casualidad de la vida o porque realmente funciona esta teoría, pero la oferta era muy atractiva para no aprovechar de ella.
No leí nada, puede que un par de páginas de una guía. Mi idea era pasear sin planificar las rutas, hacer las listas de lugares “must see”. Simplemente perderse entre las calles aunque a S. esta idea no le gustaba mucho 🙂 Aun así nos hemos perdido un par de veces entre dos mercados, lo que menos deseaba. La verdad es que ha sido un pequeño infierno donde practicamente te cogían de la mano para llevar a su puesto para que compres unos tejanos de “Dolce o Armani”. Pero es lo de menos, porque la ciudad te absorbe y te olvides de todo. El torrente de gente te lleva por las calles y aunque te explican como llegar, nunca llegas 🙂 Bueno, una vez de tres hemos encontrado lo que buscabamos durante un par de horas: la mezquita Azul y la famosa Hagia Sophia.
Vivimos en el barrio de Beyoğlu, en la parte europea de Estambul y sólo a 5 minutos de la torre Galata. Subimos a la torre el único día que hacía sol y la vista es una pasada, toda la ciudad en la palma de tu mano: Cuerno de Oro, Sultanhamet y por supuesto la parte asiatica.
Cada día, sea por la mañana o por la tarde pasabamos por la muelle con pequeños chiringuitos donde preparan famosos sandwiches con pescado freso. ¡Una parada obligatoria! Y no ten miedo de comer en la calle, es lo más de más.
¡Las pastelerías de Estambul me volvían loca! ¿Cómo puede resistir una golosa como yo?Gatos… estos animales son los reyes de la ciudad. Y por lo visto los gorditos no sufren de hambre 🙂Aquí está la protagonista de nuestros paseos sin rumbo por las calles de Estambul. La Mezquita Azul, una autentica belleza, tanto su magnífico exterior como su suntuoso interior y la única que posee 6 alminares. Dependiendo a que hora estes por la zona, pasa por el restaurante Kalem y prueba sus deliciosos dolmas con carne y arroz envueltos en las hojas de granada.
Mi barrigata tuve una gran fiesta durante nuestro viaje a Estambul, este Simit con nutella frente Aya Sofia lo demuestra perfectamente. En el siguiente post os enseñaré más rincones de esta bulliciosa ciudad.
¿Has estado en Estambul? ¿Qué más te ha gustado?